La electroharinera en desuso.
Los que nos dedicamos a esto tenemos algunas reglas. Dos de
ellas, quizás las más importantes, son que no rompemos nada ni nos llevamos
nada. La importancia de esto, además de moral, se debe a que hacer cualquiera
de estas cosas convertiría lo que hacemos en delito (vandalismo y robo, para
ser exactos).
Este es uno de esos casos en que llegas, miras y ves que el
sitio está cerrado a cal y canto. Como no es plan andar por ahí con una maza y
unas cizallas tuvimos que echar mano al plan B. Una visita a un taller vecino,
unas cuantas preguntas y una llamada después consiguieron que la diplomacia
(ese arte de dejar pensar a los demás lo mismo que tu) de Gus nos abriera las
puertas de este sitio.
Por cierto, para los que piden localizaciones para rodajes,
sesiones de fotos y similares… En este sitio no hay problema. Previo pago, eso
sí. Si a alguien le interesa busco el móvil de esta gente para que podáis
hablarlo. Está relativamente cerca de Madrid.
El lugar está en desuso como harinera, pero no abandonado. En
la parte trasera los propietarios han aprovechado el terreno para plantar un
huerto bastante completito y algunas de las naves traseras para almacenar útiles
de labranza y demás enseres.
También en la parte trasera encontramos las naves más
modernas de la instalación, que por estructura y aspecto debieron construirse
bastante más tarde que el edificio principal. Probablemente se utilizaron para
almacenar los sacos de harinas y piensos.
El edificio principal con fachada de piedra constaba de tres
plantas.
La planta baja, bastante más amplia que el resto, contaba
con varias zonas más modernas que se utilizaban como almacenes, talleres y demás.
En la zona de talleres me llamaron poderosamente la atención
la gran cantidad de pequeña maquinaria con diales y agujas sobre estructuras de
madera.
Estaban en su mayor parte hasta arriba de polvo y suciedad,
pero lejos de estropear su aspecto le daban un toque decadente que resultaba
encantador.
Sobre la mesa del taller había un viejo almanaque de 1983 con
fotos de coches. Renault, si no me falla la memoria.
Junto al taller había una nave con varios recintos de madera
donde, por los tubos que había en su parte superior, debía depositarse el
grano. En aquella zona el techo estaba algo más dañado que en el
resto, como prueba el pequeño charco que había en el suelo.
Aunque por el color de la imagen lo parezca no me hice un lío con el balance de
blancos de la cámara. La nave aledaña trasera tenía el techo de Uralita con
tragaluces de plástico azulado que daban a la estancia ese curioso color
azul.
En este plano se aprecia bastante mejor. Resultaba curioso
el contraste entre la luz rojiza del atardecer a la izquierda y la fría luz
azulada que dejaban pasar las claraboyas.
Un poco más lejos había más habitaciones con cosas curiosas.
Este curioso bodegón estaba junto a una puerta que daba a la parte exterior
cerca de los huertos. Por extraño que suene me pareció el sitio más acogedor de
todo el lugar. Sería por el sillón...
Volviendo al edificio principal observamos que la planta
baja estaba bastante vacía. Lo más curioso era que una parte tenía una tarima
de madera que recordaba bastante a un escenario. Por los tubos de la parte de
arriba suponemos que en su momento debió de haber maquinaria que hoy falta.
Bajo ella se encontraba este enorme y larguísimo eje con ruedas. Las
ruedas servían para formar un sistema de correas que daban movimiento al resto
de maquinaria.
En una esquina de la habitación estaba el pequeño botiquín. El
color blanco resaltaba especialmente en la polvorienta atmósfera reinante.
La segunda planta era a mi parecer la más bonita del lugar. No
sólo la mayor parte de la maquinaria estaba construida en madera, sino que el
hecho de que también el suelo y techo estuvieran realizados con el mismo
material.
En otros sitios hemos encontrado algún que otro resto de
este tipo de equipos. Pero encontrarte estas auténticas piezas de arte
industrial en un estado tan bueno era un auténtico lujo.
Mientras que en otros lugares alucinábamos con cosas tan
simples como una vieja manivela o una rueda dentada aquí teníamos la pieza
completa y con aspecto de poder volver a echar a andar tras una limpieza y un
engrase.
No todo era madera, claro está. Ejes, mandos y poleas de
este material hubieran durado más bien poco en funcionamiento.
Por otro lado había otras máquinas con partes de tela, como
los tubos blancos de esta máquina. Resulta sorprendente que aún estén en buen
estado después de tantos años.
Probablemente la máquina más bonita fuera esta. Personalmente,
con sus tubos por la parte trasera, me recordaba vagamente a un órgano.
Tanto las portezuelas como el resto de partes móviles
funcionaban razonablemente bien, e incluso se observaban aún restos de grano en
el interior de la maquina.
En la planta superior había más maquinaria, aunque en menor
número y tamaño que en la de abajo.
Tal vez fuera sólo una impresión, porque lo cierto es que el
espacio parecía mayor y había más espacio libre.
Quizá lo más llamativo era esta rampa en espiral de color
rojo fuerte y propósito desconocido. A mi parecer lo más probable es que
sirviera para que los granos de cereal se lo pasaran bomba… :)
Desde luego los mandos de estas máquinas están a años de las
virguerías electrónicas de las máquinas actuales, pero aunque sin duda son
menos eficientes y duraderos, su aspecto steampunk es mucho más estético.
Otra cosa curiosa eran estos tubos de madera con “ventanas”
practicables de vidrio. Probablemente sirvieran para comprobar que el sistema
funcionaba como es debido.
El sitio era bastante pequeño y para lo que solemos estar
acostumbrados cuando hablamos de fábricas, pero entre la cantidad de detalles y
de maquinas presentes la cámara estuvo trabajando a destajo.
Además, la luz del atardecer entrando directa por las sucias
ventanas unido al color de la madera daban al lugar un ambiente especialmente cálido.
Probablemente cuando estaba en funcionamiento, con todos los
ruidos y traqueteos de la maquinaria el ambiente sería muy distinto, pero
aquella tarde todo rezumaba una extraña sensación de tranquilidad.
Desde luego esta ha sido uno de esos lugares que da gusto
explorar. Ojalá fuera más frecuente encontrar sitios así, varados en el tiempo
y a salvo de pintadas sin gracia y gamberros sin escrúpulos.
Esperemos que siga así mucho tiempo.
Salu2!