14.3.12

Por que no damos localizaciones

Me han llamado egocéntrico, corporativista, egoísta… Y todo porque no “comparto” las localizaciones de los sitios abandonados que aparecen en el blog. Como me resulta más cómodo escribir esto aquí que andar explicándolo todo cada vez, os voy a explicar mis motivos.

Los sitios abandonados tienen la mala costumbre de deteriorarse por si solos. Coge una casa, olvídate de ella y en cuestión de poco más de un siglo acabará convertida en cuatro muros y muchos escombros. Sin embargo, el ser humano es una plaga bastante nociva, y lo normal es que entre gamberros, chatarreros y otras subespecies del homo sapiens los sitios acaben hechos polvo en cuestión de meses.

A nosotros, los exploradores urbanos, lo que nos gustaría encontrarnos siempre son las camas hechas, la ropa en el armario, la maquinaria polvorienta pero casi en uso…. Como si el sitio hubiera sido abandonado anteayer pero llevase dos lustros acumulando polvo. Lo normal es que nos encontremos graffiti, muros derribados y sanitarios reventados allá donde vamos.

Precisamente esto último es lo que tratamos de evitar. Y la única forma que tenemos de hacerlo es ser discretos.

Os voy a contar una historia. Hace ya unos años dimos con un hospital abandonado. Cuando entramos por primera vez cualquiera podía habernos encontrado simplemente siguiendo el rastro de babas que íbamos dejando. El sitio llevaba algún tiempo abandonado, pero estaba lo suficientemente apartado como para que sólo lo conocieran los chavales del vecindario, que ya se habían encargado de romper un algunos cristales, pero tampoco mucho más. Nos encontramos la lámpara del quirófano prácticamente intacta, armarios con material quirúrgico, un laboratorio lleno de maquinaria de precisión, una máquina de rayos x, sala de autopsias, medicinas caducadas… Un tesoro.



El sitio era tan bueno que ni siquiera me atreví a subir un reportaje al blog, a pesar de tener fotos para aburrir.

Fuimos un buen montón de veces a lo largo de más de un año. Recuerdo especialmente una durante un día de tormenta. El cielo oscuro, ráfagas de lluvia repiqueteando furiosa en los tejados, un viento intenso que producía ruidos y cerraba puertas de golpe… Cualquiera que haya visto unas cuantas películas de terror se hace a la idea, pero esta vez viviéndolo en tus propias carnes, salvo por el detalle de que no había monstruo, asesino ni fantasma.

Sin embargo, un mal día apareció un post en un desconocido blog de asuntos paranomales sobre el lugar. En dicho post, además de aparecer fotografías del sitio se daba el nombre del lugar, además de dar las gracias a una persona que había venido con nosotros en alguna ocasión. La cosa no habría ido a mayores salvo porque un mes más tarde apareció otro reportaje mucho más extenso, otra vez con nombre y apellidos del lugar, en una conocida página de temas paranormales. Sólo con ver los comentarios de dicho reportaje, con gente preguntando entre faltas de ortografía donde estaba ese lugar, y otros respondiendo sin mayor problema nos hizo temer lo peor.

Como dice el dicho: tu amigo tiene un amigo, que tiene un amigo que a su vez tiene otro amigo: se discreto.

Y lo peor se cumplió. En cuestión de pocos meses el sitio se vino literalmente abajo. Cristales destrozados, muebles hechos trizas, muros tirados, pintadas por doquier… Al poco aparecieron también los chatarreros y desaparecieron las puertas de las calderas y gran parte del metal.

Personalmente no he visto los destrozos, pero basta con ver las fotos de la gente que ha ido para que se me caiga el alma a los pies. Ni ganas tengo de volver. Imágenes como esta ya sólo existen en los archivos y en la memoria.



Casos parecidos a este se han dado unos cuantos, desgraciadamente.

Así que cuando alguien escribe preguntando por algún sitio en concreto, especialmente si el lugar está en relativo buen estado, lo normal es que cualquiera de los que nos dedicamos a esto de la callada por respuesta, o algún “lo siento, pero no” con suerte.

No es que pensemos que no vais a ir allí sólo a hacer fotos a una modelo, o a hacer un videoclip o cualquier otra cosa que no va a dañar ni por asomo el lugar, sino que sabemos por amarga experiencia que difundir la mayoría de las localizaciones va a acabar con el sitio reventado.

Es cierto que probablemente el destino del lugar sea que lo revienten y que esta actitud lo único que hace es retrasar lo inevitable, pero también es posible que este retraso pueda ser la diferencia entre que el sitio sea recuperable de alguna manera o que acabe siendo pasto de los bulldozers.

Por otro lado, esta política de discreción también nos lleva a que un buen número de lugares los conozcamos porque algún compañero del mundillo lo comparte con nosotros, especialmente cuando se trata de sitios lejanos de donde uno vive. Evidentemente, si este compañero te da su confianza luego no puedes traicionarla contando a cualquiera donde está un sitio, por muy buenos motivos que tengas.

Así que ya veis que no se trata de que nos haya costado mucho dar con un lugar y querer conservarlo para nosotros, como más de una vez se ha dicho.

Así que, si el sitio está reventado o es conocido de sobras (como la desaparecida cárcel de Carabanchel) la localización se comparte sin problemas. Más de una vez se han organizado sesiones de fotos en algún sitio abandonado tan reventado que ni valía la pena publicar aquí, pero que para una sesión con modelos daba mucho juego.

Y estos son nuestros motivos. Y, parafraseando al gran Groucho, si no les gustan tengo otros.