Observatorio abandonado en Sierra Nevada
Teníamos pendiente ver este lugar desde hace bastante tiempo, así que coincidiendo con un día libre por Granada el pasado invierno pensamos en subir a verlo.
Cuando llegamos a los albergues universitarios el panorama era bastante malo. Se había aparejado una buena ventisca y un buen montón de coches habían empezado a bajar por el mal tiempo, así que no costó un buen rato y unos cuantos derrapes en el hielo dejar el coche aparcado. Uno de los tres expedicionarios que íbamos descubrió tarde que era mala idea subir en zapatillas de deporte a la sierra en invierno, así que quedamos sólo dos para cubrir el menos de medio kilómetro que separa los albergues del observatorio.
La primera parte de nieve dura fue salvada sin problemas. Una vez en la base del Mojón del Trigo decidimos subir por el frente, pensando que las rocas nos ayudarían a trepar más fácilmente, además de que por aquel lado el monte nos tapaba el viento. Mala idea. En muchas partes lo que parecía nieve era en realidad hielo, y tuvimos que volver sobre nuestros pasos buscando rutas alternativas varias veces al toparnos con placas de hielo que no podíamos romper con las botas. Por suerte al final conseguimos llegar arriba sanos y salvos, con el bonus de que la ventisca había cesado y empezaba a lucir el sol.
El observatorio es más bien pequeñito. Apenas un par de habitaciones, una pequeña cocina y un baño, este último con bañera, curiosamente. El sitio estaba totalmente reventado hasta el punto de que los azulejos habían saltado de las paredes.
Unas escaleras nos llevaban a la “segunda planta”, donde estaba situada la cúpula de observación.
La cúpula se conserva sorprendentemente bien a pesar de los años sin mantenimiento alguno. Aún se mantiene sin agujeros ni pérdida de piezas.
A la derecha se observa el pedestal de cemento que sujetaba el telescopio. La enorme cúpula era capaz de girar totalmente sobre ese eje para permitir orientar el telescopio hacia cualquier parte del firmamento.
Resultaba curioso ver el mecanismo que hacía girar la cúpula. Un simple engranaje sobre una cremallera bastaba para girar la enorme cúpula. La cadena conectaba con una manivela que resultaba sorprendentemente pequeña para tanto movimiento.
Desde luego la falta de mantenimiento y de grasa hacían imposible soñar con mover toda la estructura, pero no dejaba de resultarme sorprendente que el pequeño mecanismo hubiera podido funcionar alguna vez.
Apenas nos llevó más de media hora explorar y fotografiar aquel pequeño lugar, aunque desde luego valió la pena la visita sólo por lo particular de aquel sitio. Eso sí, a 2600 metros de altitud las manos sin guantes tardan poco en dejar de querer hacer fotos.
La bajada la hicimos por el camino, bastante más largo pero infinitamente más seguro que por donde habíamos subido.
De postre unas cuantas fotos en “analógico”. Están tiradas con una vieja Olympus Pen EE-2 cuya principal particularidad es que toma dos imágenes en cada fotograma de 35mm normal. El carrete se reveló en cruzado (carrete de diapositiva, revelado con químicos de papel) a lo que se debe los curiosos colores y el brutal grano de las imágenes.
Si alguien quiere visitar el lugar basta con subir a los Albergues Universitarios de Sierra Nevada, mirar monte arriba y caminar un rato. Eso sí, mucho mejor ahora en verano que cuando todo está cubierto de nieve. Aquí está la localización en google maps.
Salu2!