Nuestro siguiente destino era una vieja fábrica de harina de la que teníamos alguna referencia que otra. Al llegar allí nos encontramos que el lugar estaba muy cerca de una carretera bastante transitada, y encima en los alrededores había un par de asentamientos chabolistas que no daban demasiada tranquilidad. Esperamos un rato a que no hubiera moros en la costa y nos dirigimos al edificio intentando poner aspecto como quien está en su jardín el fin de semana.
La entrada al edificio no tenía mayor problema. Lo primero que nos llamó la atención fue el suelo. Daba la impresión de que ahí el agua entraba en buena cantidad, acompañada de tierra. Ahora, el barro seco y cuarteado le daban a la habitación casi vacía un aspecto de lo más curioso.
Además del suelo, lo único destacable era un viejo montacargas que, sorprendentemente, aún seguía en el piso superior. Lo habitual es encontrarse los ascensores en el piso más bajo, si es que están. Por ahora, la competencia entre la gravedad y el óxido tienen al segundo como ganador temporal.
Observando la maquinaria de cerca saltaba a la vista que los nuevos habitantes del lugar habían dejado su huella. O más bien sus heces. Toda la maquinaria del montacargas estaba cubierta de excrementos de paloma.
Las siguientes habitaciones estaban elevadas respecto a la primera. Esto hacía que en el suelo no hubiera restos de barro, aunque en casi todas partes había una generosa capa de excrementos de pájaro. La planta superior era de madera, aunque la mayor parte de las columnas eran metálicas. En el suelo se podían observar unos pequeños “bordillos” de cemento que indicaban donde había estado la maquinaria hoy desaparecida.
En la siguiente habitación, una de las más grandes, encontramos esta curiosa estructura en forma de rampa circular. Estaba hecha de madera en su totalidad, lo que explicaba su deplorable estado.
Probablemente alguien había intentado usarla para subir a la segunda planta con el resultado que se puede observar. Al menos el que fuera tuvo suerte de que se rompiera abajo, y no arriba.
En la primera foto se puede ver al fondo lo que queda de la escalera de acceso al segundo piso. En este caso, la estructura no ha aguantado el paso del tiempo tan bien como los pilares de metal, y se ha venido abajo dejando colgando la barandilla metálica. Espero que no pillase a nadie subiendo.
Más al fondo encontramos una zona más colorida, que debió de servir como vivienda u oficinas. El color de las paredes era totalmente distinto a la zona que habíamos visto, y las ventanas de madera aún se conservaban en parte.
También encontramos los restos de una vieja cocina sumida en la casi total oscuridad. Para hacer esta foto tuve que exponer casi un minuto, y encuadrar a ojo y con la ayuda de la linterna. Cuando vi los azulejos blancos en la pequeña pantalla de la cámara casi no me lo podía creer. Aún hoy, la capacidad de las cámaras de "ver en la oscuridad" me sigue sorprendiendo.
En un pequeño cuartito justo detrás de la cocina encontramos algunos restos más de maquinaria, aunque poca cosa. Estas pesadas ruedas de piedra debían servir de muelas para triturar el grano. Debían de tener algo más de un metro de diámetro. Aunque lo suyo hubiera sido buscar alguna referencia no encontré nada que me pudiera servir por allí.
Colgado del techo estaba el típico depósito de agua caliente antiguo que se suele encontrar en las casas viejas, aunque en este caso el tamaño era bastante mayor de lo habitual, con casi 3 metros de largo por más de 1 de diámetro. También estaba bastante más oxidado de lo que suele ser habitual, aunque no estoy seguro de si se debía al tiempo o a que aquel lugar tenía pinta de mojarse bastante con las lluvias.
La prueba de lo del agua estaba a pocos metros de allí, en un pequeño sótano apenas un metro más abajo del nivel del suelo. Por suerte el reflejo de un pequeño ventanuco en el agua sirvió para darme cuenta de que estaba totalmente inundado antes de bajar las oscuras escaleras.
De vuelta a la entrada nos fijamos en alguna de las columnas metálicas de esa zona, bastante más estéticas que las simples vigas de hierro en forma de H que sujetaban los techos del resto de zonas. Prácticamente no tenían óxido, salvo en la zona inferior, donde parecía faltar parte del suelo.
El sitio en principio tiene poco que ver desde un punto de vista industrial. Sólo techos y paredes y prácticamente ninguna maquinaria. Tampoco resultaba especialmente grande, sobre todo al ser imposible acceder a las plantas superiores. Aún así, es de esos sitios en los que buscando un poco se consiguen algunas fotografías interesantes, o al menos eso me parecen a mi.
Espero que os haya gustado. En una semana escasa lo más probable es que esté más que liado explorando sitios más nauseabundos aunque bastante más cálidos y adorables. Espero que cambiar pañales se me de mejor que hacer fotos… : ) Por este motivo me va a tocar dejar los abandonos durante una buena temporada, pero no os preocupéis, que todavía tengo material de archivo como para ir tirando unos cuantos meses más a razón de un post cada dos semanas.
Así que hasta dentro de dos martes, si nada se tuerce.
Salu2!