EQ12. Mina de carbón Hugo abandonada en Alemania
Como ya había comentado, la semana pasada estuvimos de viaje fotográfico por Alemania. El país germano sigue demostrando día a día que es uno de las mecas de los sitios abandonados. Y eso que esta vez no nos acercamos a la extinta Alemania oriental.
La primera visita que hicimos fue a esta instalación minera. La visita previa del otro grupo no auguraba nada bueno, ya que parecía que gran parte había sido convertida en museo y lo primero que veías al llegar era un flamante edificio de acero y cristal con un aparcamiento bien surtido de coches. Por suerte, un par de correos y sus respuestas nos pusieron en la pista correcta. El sitio estaba detrás de las oficinas, y los domingos no se trabajaba.
Desde fuera el sitio parecía bien cerrado. Los alemanes son expertos en tapiar los abandonos, bien con madera en la mayor parte de los casos, bien con acero, en los sitios mejor conservados. El resultado suele ser parecido a este: fachadas reventadas pero interiores en buen estado.
Sin embargo, la puerta trasera de este estaba abierta de par en par. Y por varios sitios, tal y como comprobamos después.
El sitio por donde entramos daba a una planta baja y lo que parecían ser una serie de oficinas. Algo de material informático, mesa de despacho y algún que otro fichero lo parecían indicar. El sitio estaba francamente reventado (so trashed, que dicen por ahí), aunque dio para algunas fotos interesantes, a pesar de la falta de luz.
Todo el ala parecían ser oficinas, totalmente vacías excepto por algún que otro mueble olvidado.
Los armarios empotrados tampoco se los habían llevado, pero tampoco es que quedase mucho en ellos.
La exploración fue bastante rápida por la falta de sitios de interés. Era difícil dar con algún detalle que despertara la atención de la cámara.
Sin embargo, en la zona de vestuarios la cosa empezaba a ponerse interesante… Sobre todo porque sabíamos lo que buscábamos…
Justo en la planta inferior encontramos esta vieja máquina expendedora de tabaco. Incluso tenía algunas cajetillas recortadas para indicar que marca se alojaba en cada columna.
En la planta superior, tras subir un tramo de escaleras, estaba esto…
La primera vez que vi fotos del lugar fue en la página de Bart, el holandés errante… Sólo pone fotos, sin texto alguno. Yo estaba convencido de que las fotos eran de una fábrica de lámparas.
Lo que parecían centenares de lámparas colgaban de los altísimos techos por medio de largas cadenas en la gigantesca sala. ¿Qué sería aquello?
La respuesta es tan curiosa como sorprendente: taquillas.
Cada “jaula” colgaba del techo con un sistema de poleas hasta un lateral, donde cada una de ellas tenía asociada un número. Los trabajadores dejaban sus efectos personales en la jaula que tenía asignada, luego se iban a su número y tiraban de la cadena hasta dejar la jaula a sus buenos cinco metros del suelo. Luego fijaban la cadena con un candado o una llave (había dos modelos de cierre) y así sus cosas quedaban suspendidas a salvo de manos extrañas.
¿Dije centenares de “lámparas”? En realidad sería más preciso decir millares. El último número de “jaula” era el 4000 y pico. Podéis haceros a la idea de la cantidad de gente que trabajaba a diario en aquel lugar.
También había otras taquillas más convencionales, con forma de pequeñas cajas con puerta, aunque en número francamente menor. No es que fueran pocas, sino que comparadas con millares de jaulas...
La mayor parte del grupo se quedó casi todo el tiempo en esta zona haciendo fotos y más fotos. La verdad es que el lugar era tan curioso que era a lo que se prestaba.
Yo me dediqué a buscar otros puntos de vista. No sin dificultad y varias escaleras sin salida y pasillos a oscuras di con un acceso a la parte superior, desde donde la perspectiva del lugar cambiaba radicalmente.
En la parte superior también encontré varios sistemas de ventilación y purificación de aire. Filtros y enormes ventiladores carenados para mover el aire, como estos armatostes de tres metros de alto. En toda la zona había montones de manchas de colores llamativos: balas de Paintball.
En las habitaciones de filtrado había unos enormes termómetros sobre las puertas.
También en la planta superior encontré la maquinaria que movía el gigantesco montacargas que comunicaba los distintos pisos de la instalación. Resulta curioso que tuviera un montacargas tan enorme teniendo en cuenta que por allí sólo se movía gente, y no maquinaria o el carbón.
Volviendo de las plantas superiores, junto a los servicios, encontré algunas habitaciones con jaulas como las de la sala principal, aunque en este caso bastante más pequeñas y con paredes de azulejo.
Supongo que serviría para gente con turnos distintos o especiales… Personal de laboratorio o de limpieza, tal vez.
Hacia el otro lado encontré una serie de pequeños talleres. Tenían pinta de ser los sitios donde se ponían al día la maquinaria ligera y los respiradores de los mineros. Entre otras cosas curiosas este bote con una sustancia rojiza que ni por asomo se me ocurriría tocar.
También había pequeñas taquillas en esta zona, además de los casilleros para colocar los equipos de respiración e iluminación autónoma de los mineros.
En esa zona encontré más cosas interesantes. Había una enorme zona de aseo, con duchas individuales y un par de bañeras, lavabos y demás.
A dicha zona se accedía por medio de un largo pasillo, y justo al final había una pequeño mostrador acristalado. Supongo que sería algún tipo de control de acceso.
Pero en una habitación aparte estaba esta enorme bañera. Mis casi 2 metros de estatura hubieran podido caber dentro holgadamente.
Parecía tener una serie de mandos y en el interior se observaban orificios que debieron servir para la entrada de agua a presión. ¿Un jacuzzi en una mina? Supongo que debía tener alguna utilidad más allá del simple relax, pero la verdad es que chocaba bastante verla allí.
De vuelta en busca del resto del grupo hice algunas fotos más, aunque a estas alturas es difícil saber a que correspondía cada cosa.
Casi todo el grupo seguía allí haciendo fotos, salvo por unos cuantos que merodeaban por las plantas superiores. Viendo que aún quedaba tiempo de explorar me dirigí a la planta inferior. Allí había una serie de bancos y perchas, probablemente donde los mineros se cambiaban de ropa. Aledaño a estos vestuarios, las duchas comunitarias.
La verdad es que el lugar tenía un aspecto bastante siniestro, lleno de polvo y suciedad.
Resultaba difícil imaginarlo limpio y mojado y lleno de hombres desnudos quitándose capas y capas de hollín.
Aparte de eso había poco que ver en los sótanos, donde, además, la falta de luz era más que evidente, así que volví para arriba.
En la sala de las jaulas había un pequeño cuarto acristalado. Me llamó la atención el polvo rojo y un panel de control que parecía totalmente fuera de sitio, pero a la cámara le gustó bastante.
También había unas cuantas taquillas, aparentemente igual de sosas que el resto que había visto abajo… Hasta que encontré un detalle curioso en una de ellas.
Después de aquello sólo quedó tratar de reunir a la gente que andaba dispersa por el edificio, hacernos las fotos de grupo y volver a los coches, en cuyos maleteros teníamos comida para organizar un estupendo picnic reparador.
Para ser el primer sitio que vimos y estar tan reventado la visita había resultado más que buena, al menos desde el punto de vista fotográfico. Con aquello ya podríamos habernos dado por satisfechos, pero…. ¡Anda que no quedaban sitios por ver! Permanezcan en sintonía, que esto no ha hecho más que empezar….