Caserón abandonado en Jerez
¿Cómo se encuentra un abandono? La de veces que me han preguntado esto… Al final, el método más efectivo es simplemente andar fijándose.
El fin de semana pasado estuvimos por Jerez, en viaje estrictamente cultural y turístico, disfrutando del “pescaito”, la música y las calles convertidas en ríos por el temporal. Llevaba la cámara, como siempre, pero aparte de esto ni una triste linterna, trípode o algún objetivo aparte del todoterreno 14-54mm. Cuando de repente, desde el autobús, me fijo en un enorme caserón con aspecto abandonado.
Me acerqué con intención de echarle un vistazo rápido y sospechando que, o bien estaría vallado (y no llevaba ni ropa ni tiempo para andar con equilibrismos) o cerrado a cal y canto. Cuando vi que la puerta estaba abierta de par en par y el lugar desértico no sabía si alegrarme por mi suerte o si cabrearme por la falta de tiempo y de previsión al no haber traído un mini-tripode ni el 9-18mm.
Desde luego la casa tenía mejor aspecto por fuera que por dentro, pero más que nada porque desde fuera aquello parecía la típica casa encantada de las películas.
Por dentro estaba más bien vacía. Apenas un par de muebles rotos y viejos aquí y allá, y una habitación llena de mesas idénticas, pero aparte de eso sólo habitaciones vacías.
Este aspecto vacío acentuaban aún más la sensación de soledad allí dentro. Otras veces se suelen ver restos de vida, unas veces de los antiguos dueños, y otras de visitantes y moradores ocasionales. Esta vez no había nada de nada. Como si quien fuera hubiera preparado la mudanza y se hubiera olvidado de la casa.
Lo más interesante de la planta baja eran las chimeneas de ladrillo rojo, sobre todo la mayor, coronada por madera tallada similar a la que cubría parte de las parades.
Por suerte hay cosas que es imposible llevarse, como las señoriales escaleras, de madera y en buen estado a pesar del abandono. Los escalones chirriaban ligeramente con mi peso, pero nada alarmante.
En la planta superior más espacios vacíos. La luz era escasa salvo en un par de habitaciones poco interesantes. Por desgracia los baños, que podían haber dado más juego en las fotos, estaban casi totalmente a oscuras, y ni forzando el ISO de la cámara y apoyándola conseguí tomas decentes.
La pequeña terraza de puertas de madera y cristal resultaba sorprendentemente pequeña dado el tamaño del resto de la casa.
Me aventuré un poco por la buhardilla, aunque sin pararme a curiosear demasiado por la falta de luz y el aspecto desolado del lugar. Apenas una foto con la cámara en el suelo y listo.
Mirando reloj decidí que iba siendo hora de ir saliendo. Apenas me tomé el tiempo suficiente para rodear la casa por fuera y tomar un par de fotos de la inquietante fachada.
Todo lo contado apenas llevó una media hora de tiempo en total. Aún así, la experiencia tuvo mucho de gratificante, no tanto por la calidad del lugar como por lo inesperado de su hallazgo. Aunque la próxima vez no salgo de casa sin al menos mi gorillapod chino.