EQ7. Clinica abandonada Val de Juine
La última visita que realizamos fue a la abandonada clínica de Val de Juine. Para ser un lugar abandonado en 2006 los estragos han sido numerosos, especialmente cuando comparas el sitio tal y como está ahora con las fotos del lugar al poco de ser abandonado.
Al parecer, la clínica, construida en los años 60, sufrió problemas económicos hasta su cierre definitivo en 2006. Los esfuerzos de los vecinos para mantener el centro de salud operativo no fueron demasiado efectivos, desgraciadamente.
Desde el exterior, el edificio no parecía en muy al estado, aunque las ventanas tapiadas no auguraban una entrada fácil. Por suerte, y como otras veces, nuestra avanzadilla había encontrado un acceso relativamente sencillo días antes.
La exploración de la mitad de la planta baja fue bastante corta. En principio apenas vimos nada interesante. Las puertas de los ascensores estaban abiertas, con el hueco a la vista y los ascensores varias plantas más arriba. Había bastante basura por todas partes, aunque bastante menos que lo que suele ser habitual.
En la entrada, hoy tapiada, se podía ver aún el cartel con los distintos servicios y especialidades, con los nombres de los doctores encargados de cada uno.
También la típica sala de calderas, en la que sólo quedaba basura, los tubos que conectaron las desaparecidas calderas con el exterior y la imprescindible silla abandonada.
Tras estar un rato haciendo fotos y curioseando, le comenté a Stewie que había encontrado una puerta cerrada, con una ventana rota con un tablón puesto desde el interior. No se le ocurrió otra cosa que empujarlo un poco…. Haciéndolo caer. Inmediatamente oímos un sonoro “OUF”, seguido de lagunas palabras que no entendí. Tras un “Pegdon muá, mesié” salimos por patas al segundo piso, tras convencer por la vía rápida a Dafy de que dejara de hacer fotos primero y preguntase después…
Desde entonces tenemos una regla nueva: no tirar nada encima de la gente que duerme en los abandonos.
Como parecía que el inquilino no tenía intención de seguirnos al piso de arriba nosotros seguimos a lo nuestro. Echamos un vistazo rápido a la primera planta y tras cuatro fotos rápidas decidimos empezar por los pisos superiores, por si el tipo aquel decidía asomarse al primera piso.
Las segunda y tercera planta eran prácticamente iguales. Un largo pasillo con habitaciones a los lados. La mayor parte de ellas totalmente vacías y con las puertas quitadas. En algunas de ellas encontramos todas las puertas amontonadas. El resto, apenas algún resto de su uso original.
Como excepción, una de ellas encontramos lo que quedaba de una cama de hospital. Se ve que se quedó encajada al intentar sacarla sin desmontarla y allí se quedó.
En cuanto al resto, lo único interesante eran algunas salas distintas, que debieron ser usadas por el personal de enfermería para pequeñas curas, limpieza y almacenamiento de material sanitario. En una de ellas encontramos una vieja postal de alguien que estuvo ingresado o trabajando allí, y daba recuerdos a médicos y enfermeras.
En algunas de las habitaciones, especialmente en la última planta, encontramos restos de comida, ropa y demás basura, probablemente de varios okupas. Me llamó la atención que había un montón de botellas de plástico llenas de un liquido entre rojizo y marrón de aspecto desagradable, almacenadas en distintos sitios.
Tras terminar de recorrer las plantas superiores volvimos a la primera, donde estaba la parte más interesante del edificio: la zona de quirófanos y rayos X.
De la máquina de rayos X apenas quedaba nada, por suerte o por desgracia. De haber estado entera hubiera sido un espectáculo, aunque tal y como estaba, mejor que no hubiera nada. Habíamos leído que la fuente radiactiva de la máquina aún andaba por allí, así que el que se divirtió haciéndola pedazos debió llevarse una buena dosis de radiación en el proceso. Aunque no parecía que hubiera nada peligroso por allí, apenas estuve lo justo para hacer un par de fotos.
La zona de los quirófanos lo único que tenía de estéril a esas alturas era el cartel sobre la puerta. Había cuatro quirófanos, aunque habían sido desmontados por completo.
De las enormes lámparas de quirófano apenas quedaba la base de metal en el techo que sirve para engancharlas. Habíamos leído que antes aún se podía encontrar material médico por allí, aunque nosotros no vimos más que algunos tubos aquí y allá, además de algunas radiografías.
En otra habitación, justo enfrente de la sala de rayos X, encontré esta cuna en una habitación por lo demás totalmente vacía.
Posteriormente decidimos volver a bajar a la planta baja a terminar de revisarla. Una vez allí, escuchamos a nuestro “amigo” cantando. Eso significaba que debía estar sólo y que no estaba especialmente de mal humor por nuestra “visita”. Curiosamente, tenía una voz de barítono bastante agradable.
La parte norte de la planta baja era aún más oscura que la otra, en parte por las ventanas tapiadas, y en parte porque la mayor parte de las puestas estaban cerradas. Suerte que andábamos con linternas, como es habitual, porque el aspecto del sitio era bastante oscuro.
Encontramos un par de almacenes llenos de trastos variados, junto a lo que pudo ser una pequeña lavandería. Lo que más nos llamó la atención fue una pequeña habitación con un diván.
Si nadie había cambiado la maquinaria de sitio, el lugar se usaba para realizar ecografías. La máquina estaba bastante destrozada, pero aún se podía leer para lo que servía. También encontré una vieja bata azul en el armario de la habitación, que daba bastante juego a pesar de que la ventana tapiada apenas dejaba pasar la luz.
Justo cuando estaba terminando tomar esa foto Stewie me llamó. Nuestro amigo había acabado de cantar y se había presentado. Era un hombre de unos 40 años, con el pelo largo y una poblada barba. No parecía especialmente agresivo y decididamente no estaba acompañado. Estuvo un rato hablando en francés durante un rato, aunque no entendí mucho de lo que decía. Stewie, que es el único que habla francés, le contestaba con frases cortas, nos miraba y ponía cara de no estar enterándose de nada. Tras un rato nos despedimos y salimos por donde habíamos venido.
Una vez fuera, resultó que Stewie sí que le entendía más o menos bien, pero que decidió “hacerse el sueco”. Al parecer, el tipo quería cobrarnos por la visita, unos 3 ó 4 € por persona o algo similar. También le comentó que su abrigo parecía muy calentito.
Estuvimos haciendo un par de fotos del edificio por fuera antes de irnos finalmente. Sin embargo, antes de terminar de salir nuestro amigo volvió a aparecer. Debía tener un acceso más sencillo que el nuestro y volvió a comentar algo más acerca de que no quería que la policía viniera a su casa o algo así. Pusimos cara de “no entiendo nada” y acabamos por irnos.
Como veis, siempre es buena idea meterse en estos sitios acompañado, por lo que pudiera haber. Normalmente los encuentros suelen ser tranquilos, porque quienes viven allí tienen más que perder (su “casa”) que tu, pero nunca se sabe.
Y con este post queda finalizada la crónica de la EQ7. Todavía tengo cosillas por ahí que publicar, algunas viejas, otras nuevas... Y en breve volvemos a salir a "los alrededores", esta vez a Bélgica, paraíso del abandono. Permanezcan atentos a sus navegadores.