EQ7. Vagones de pasajeros abandonados.
Llegar el último a una euroquedada es, por un lado, una pena, ya que muchas veces te pierdes cosas que hacen que al ver las fotos lo lamentes mucho. Sin embargo, tiene la ventaja de que puedes volver a sitios ya vistos y que compensan una nueva visita por parte de los que ya estuvieron, y que sabes que van a ser interesantes. Este fue el caso de estos vagones, que previamente sirvieron de escenario a Stewie para montar su particular belén navideño.
La red ferroviaria que rodea Paris es una auténtica pasada. Durante mi estancia en París, después de comprobar que las autopistas eran un auténtico desastre que parecen estar en hora punta durante todo el día, nos movimos casi exclusivamente usando trenes y metro.
Cerca de las estaciones suele haber bastantes vagones de carga en mejor o peor estado, pero los vagones de pasajeros son bastante más raros de encontrar.
Nos llevó un buen paseo llegar desde la estación más cercana hasta donde estaba esta convoy abandonado. Visto desde atrás, desde donde nos acercamos, apenas parecían un par de vagones olvidados. Por desgracia, estaba tan entusiasmado por subirme a hacer fotos del interior que se me olvidó tomar alguna foto del exterior mientras aún era de día.
La primera sorpresa fue averiguar que no se trataba de un vagón de pasajeros normal, sino un coche cama. La estructura de cada vagón era la misma. Un pequeño espacio abierto en los extremos y un estrecho pasillo en un lateral.
Curiosamente, algunos de los vagones debían de estar “al revés”, ya que a veces el pasillo estaba a la derecha y otras veces a la izquierda. Los compartimentos eran todos iguales, con sus pequeñas diferencias de pintadas, humedades y basuras variadas. Con las literas cerradas el espacio era bastante escueto, aunque cabrían cuatro personas sin problema.
A la hora de dormir, el respaldo del asiento giraba sobre los goznes de la pared y se colocaba en posición horizontal, sujeto con un par de tiras que colgaban del techo. A pesar de que no tenían aspecto de ser unas camas muy cómodas alguien parecía haber estado viviendo una temporada en este compartimento, por la cantidad de trastos que había.
En uno de los extremos de cada vagón había un diminuto servicio con un wc, un pequeño lavabo de plástico y poco más.
En las fotos, con el objetivo angular, parecen mucho más grandes de lo que eran en realidad. Más que una habitación, lo que parecían eran armarios empotrados.
En todos los vagones se podía ver el sistema de frenado hidráulico de los vagones. Supongo que se utilizarían en caso de emergencia o para bloquear los vagones cuando no estuvieran enganchados a a una locomotora. En los primeros vagones que vimos la puerta estaba cerrada, pero en otros, como en este, la enorme rueda amarilla llamaba mucho la atención. Por cierto, que no había manera de girarla.
Tras los coches-cama encontramos varios vagones de pasajeros, esta vez con asientos.
Los primeros de ellos tenían unos asientos con aspecto de ser más modernos, por su diseño. Parecía que los asientos habían sido desmontados previamente, ya que algunos de ellos estaban amontonados en los laterales, pero sin que pareciera que hubieran sido arrancados.
Sin embargo, en otros vagones, los asientos estaban totalmente desparramados por todo el vagón. Algunos de ellos permanecían en su sitio, pero eran la excepción.
El último vagón era distinto y parecía más antiguo. Los asientos estaban forrados de piel sintética en vez de tela como el resto. Además, estos sí estaban firmemente anclados al suelo, de manera que casi todos estaban en el lugar que les correspondía.
Cuando terminamos de recorrer el convoy apenas quedaba ya luz del día. Las últimas fotos que saqué las tuve que hacer con la única luz de la linterna, la polución lumínica de París, que daba un cielo un tono anaranjado, y unas pocas farolas cercanas a las vías.
Esta ha sido la primera vez en que me he encontrado con vagones de pasajeros. Los vagones de carga son mucho más habituales, pero carecen del encanto de estos.
Sólo hace falta un pequeño esfuerzo de imaginación para sentir el traqueteo de las vías y el suave balanceo que un día les fue tan familiar. Adivinar los fantasmas de los pasajeros que subían y bajaban de los vagones, descansaban en las literas o comían en las pequeñas mesas plegables tampoco es muy complicado.
A pesar de los cristales rotos, las puertas arrancadas y las pintadas en las paredes.
Salu2!