Estación abandonada en Albacete
Esta estación la encontré casi por casualidad. Desde la carretera me llamó la atención un enorme edificio en ruinas con aspecto de fábrica. Como tenía tiempo, y ganas no me faltaban, me desvié de la autopista para echar un vistazo más de cerca.
El edificio resultó ser una especie de fábrica en un estado lamentable. Las paredes exteriores estaban agrietadas y abombadas, y la mayor parte de los techos y plantas estaban acumulados en la planta baja en forma de escombros.
Pero lo más sorprendente es que el sitio no estaba abandonado. En una casa baja aledaña vi una antena de televisión reciente, y poco más adentro, una pequeña furgoneta vieja, pero en buen estado. Más tarde, cuando ya me iba, vi pasar a una abuela que miraba con cara de pocos amigos a mi coche, aparcado en la puerta de su casa.
Sin embargo, la pequeña estación de tren situada junto a la fábrica parecía recientemente abandonada, para mi “alegría”.
El edificio principal tenía todas las ventanas y puertas tapiadas y en general estaba en buen estado en apariencia, aunque los carteles con el nombre de la estación, además de la mayor parte de las farolas, habían sido destruidos. Excepto por alguna pintada aislada e inoportuna que estropeaba el efecto, casi se podía pensar que aún estaba en uso.
La nave de carga, sin embargo, estaba cerrada pero sin tapiar. Por algunas ventanas rotas pude observar que el interior estaba vacío excepto por una báscula de gran tamaño y los restos de un mostrador, aunque con la mayor parte de los cristales rotos. En una visita posterior encontré una de las persianas abierta de par en par, de modo que pude tomar algunas fotos y comprobar que, tristemente, la báscula había desaparecido. Sólo quedaban algunas cajas vacías que parecían de fruta.
Más allá de la nave de mercancías se encontraba la habitual vía de acceso a esta. Al principio de ella aún se conserva la báscula de pesado de vagones y el gálibo que servía para verificar que los vagones no sobrepasaran la altura máxima permitida.
Al otro lado había un par de edificios pequeños bastante deteriorados, con puertas y ventanas inexistentes, ni nada interesante que reseñar. Lo que sí me llamó la atención fueron los dos depósitos de agua de metal.
Tal vez fuera el óxido, o la luz del atardecer, pero estuve sacándoles fotos durante un buen rato. La pena es que los resultados no sean nunca tan buenos como uno imagina, pero vamos haciendo lo que se puede y sabe.
Como ya comenté antes, esta estación la visité en dos ocasiones. La primera fue bastante de “sorpresa”, así que no llevaba cámara y apenas hice unas cuantas fotos malas con el móvil. Cuando pude volver la cosa no había cambiado mucho, salvo por alguna pintada nueva y la ya mencionada desaparición de la báscula.
Tal y como lo veo, me da la sensación de que muchas de las estaciones de nuestra red ferroviaria acabarán más o menos de esta forma. Algunas de ellas se salvarán y acabarán convertidas en refugios para las Vías Verdes. Sin embargo, estas, situadas en líneas en uso pero en la que los trenes ya no paran, acabarán cerradas a cal y canto, y destruidas y olvidadas tarde o temprano.