Tras haber comido y recuperado fuerzas nos dispusimos a seguir con la excursión. El alemán que nos encontramos en el primer edificio tenía un mapa y nos comentó que el resto de edificios estaban abiertos de par en par, así que nos dirigimos al sector noroeste del complejo.
Caminando por una estrecha vereda en el bosque nos dimos de bruces con un edificio enorme y prácticamente destruido. Incluso a pocos metros de la fachada la enorme mole gris era casi invisible entre los árboles.
En el interior escombros, paredes ennegrecidas y desolación por todas partes. En otras circunstancias no habría llamado mucho la atención, pero comparado con los edificios que acabábamos de ver pocas horas antes el contraste era brutal.
Largos pasillos sin ventanas, pintura o mueble alguno. O casi, ya que encontramos los restos oxidados de una vieja camilla, como un esqueleto olvidado. También algunos barriles y algún trasto más reciente, como un monitor de ordenador destrozado.
Los pisos superiores no estaban en mejor estado.
Las escaleras aún aguantaban en buen estado, aunque en los pisos superiores en vez de escalones lo que había era una rampa, por haber desaparecido los escalones.
Pero lo más impresionante era lo que fue el último piso. Los tejados de estos edificios se sustentan en una estructura de madera sobre la que se colocan las tejas. En este caso la estructura había desaparecido por completo. El tejado era una sucesión de restos muros de lo que fueron las habitaciones, tierra y un auténtico bosque casi tan frondoso como los que había metros más abajo. Algunos árboles tenían troncos gruesos que indicaban que habían conquistado aquel lugar hace muchos años.
Recorrimos el edificio a todo lo largo, sin encontrar mucho más que destacar. Alguna habitación grande, un vestíbulo destruido… Ruinas y maleza por doquier. Probablemente el edificio resultó tan dañado durante la II Guerra Mundial que los rusos ni siquiera se molestaron en reconstruirlo.
Tras terminar con el edificio nos dirigimos a lo que pensamos que era el norte. Tras caminar un buen rato con lo único que dimos fue con lo que parecía una especie de granja invadida por la maleza, con edificios de una planta prácticamente destruidos y los restos de un BMW que había tenido momentos mejores. Muchos momentos mejores.
Dimos la vuelta y desandamos el camino como supimos hasta dar con el edificio en ruinas. Mientras el grupo descansaba me di una vuelta por un camino que parecía en buen estado, sólo para encontrar que acababa en un barrio de casas bajas con un parque lleno de críos. Curiosamente, justo al lado, había uno de los típicos edificios-colmena tan habituales en la vieja RDA, totalmente abandonado. Volví con el grupo sin poder dejar de pensar que si aquello no era el paraíso del abandono no debía de faltarle mucho.
Siguiendo el camino principal, hacia el este, localizamos pronto muchas más construcciones bajas, aunque en bastante mejor estado. Al final de este viejo pasillo de arcos de metal nos encontramos con uno de esos edificios que cada vez nos eran más familiares.
En este caso se trataba de un edificio idéntico al primero en el que estuvimos. Tanto el diseño como la estructura eran prácticamente iguales, excepto porque en este no encontramos un gimnasio como en el primer caso.
La otra diferencia era el estado del lugar. Aquí la mayoría de las láminas de madera que tapaban las ventanas no estaban, y todas las puertas estaban abiertas de par en par, tal y como nos había comentado el alemán.
También daba la impresión de que este edificio había estado en uso hasta más recientemente, porque a diferencia del otro en este sí que hallamos algunos muebles y restos de equipo médico, como esta mesita para material sanitario.
También había zonas en mucho peor estado. La ausencia de cristales en muchas estancias había hecho que la naturaleza realizase su trabajo con gran eficiencia.
Otras habitaciones, como estos servicios, tenían una curiosa estructura abovedada que recordaba a la gran sala con baño del segundo edificio, auque ni por asomo llegaban a la grandiosidad de este.
En otras habitaciones quedaban algunos muebles como este pequeño armarito. Curiosamente no vimos ninguna cama ni camilla por ninguna parte.
Lo que si vimos, y en una sorprendente cantidad fueron…. ¡Frigoríficos! Y no precisamente grandes refrigeradores que uno esperaría ver en un hospital, sino pequeñas neveras de poco más de un metro de alto de marcas rusas. No recuerdo cuantas vimos, pero diría que se acercaba a la decena. La más llamativa era esta. Tal vez no por si misma, sino porque estaba colocada de manera que la luz del atardecer la iluminaba perfectamente.
También encontramos algunos trastos raros por allí. Si os fijáis al fondo veréis una enorme caja de metal. Ni idea de para que servía, pero era una enorme caja verde casi del tamaño de una furgoneta pequeña, totalmente vacía por dentro. Una puerta y poco más. Como una caja de ascensor. Parecía bastante más moderno que el resto de trastos que había por allí. El hecho de que se encontrase en un piso alto (2º o 3º, no recuerdo bien) hacía más extraña su presencia. El otro trasto que se ve al fondo, más pequeño era una especie de lavadora o centrifugadora.
Las escaleras eran muy parecidas a las del primer edificio, aunque si os fijáis, la puerta está muy pegada a la baranda, hasta el punto de que… ¡No se puede pasar con la puerta cerrada! Bueno, en realidad se podía, pero con no poco esfuerzo, y más valía no haber comido mucho antes de intentarlo.
Había comentado en el post anterior que aquí se había rodado parte de la película El Pianista. Tras verla, el único lugar que pude reconocer fue una de estas escaleras. Cuando los alemanes atacan el piso donde el protagonista se esconde este intenta huir, primero hacia la azotea y luego hasta la calle. Las escaleras que sube y baja en la película tienen las barandas exactamente con el mismo diseño y color de estas, aunque teniendo en cuenta que todas son iguales a saber cual sería exactamente.
En este edificio tampoco había sótanos propiamente dichos. Había varias habitaciones pequeñas por debajo del nivel del suelo, aunque todas con ventanas. En una de ellas encontré este diván y unas botas de jardinero. El cartel de la pared parecía algún tipo de tabla con horarios o algo así, aunque estando en ruso no hubo manera de entender nada.
El siguiente edificio que visitamos resultaron ser las cocinas. En este caso no había duda alguna. Aunque los fogones ya no estaban las enormes campanas extractoras sí que seguían en su sitio.
En la habitación contigua sí que estaban los grandes hornos de múltiples estantes que servirían para hacer el pan. Mientras el resto de gente andaba por allí haciendo fotos y vídeo me “escapé” a hacer una visita a la buhardilla y los sótanos. En este caso sí que encontré algunos muebles, como viejos sillones, pero lo más curioso fue un par de habitaciones en el sótano. En una de ellas había un montón de viejos barriles de madera vacíos. En la siguiente algo más curioso: montones de botes de cristal con conservas . La pena es que este sí que era un sótano de verdad, y no había más luz que la de mi linterna.
El siguiente edificio que vimos no parecía gran cosa en principio, así que lo vimos rápidamente sin que nada nos llamase la atención.
El siguiente, sin embargo, era bastante más espectacular, aunque a primera visto no lo parecía. Posteriormente supimos que se trataba del edificio de cirugía, pero en aquel momento sólo vimos que la estructura era muy diferente a los anteriores, probablemente más moderna. Los relieves junto a la puerta resultaban curiosamente inquietantes, a pesar de ser simples pájaros y ramas.
Este edificio era simplemente enorme. La estructura era distinta a los demás. En lugar de ser lineal, en este caso era cuadrada, con un cuerpo principal muy largo, otro paralelo más pequeño y dos más cortos para comunicar estos, de manera que quedaba un gran patio en el centro del edificio. Los jardines de este patio ahora eran casi una jungla.
En este edificio encontramos también otras “novedades”, como un enorme ascensor. Curiosamente este no se encontraba estrellado en la planta baja, como suele ser habitual, sino bloqueado en el último piso. También encontramos algunos carteles militares rusos, como este, con fotos de pilotos y soldados, además del texto ilegible.
En las esquinas del edificio secundario encontramos varias salas más grandes y casi redondas. Una de ellas quizá fuera un quirófano, aunque no vimos material alguno. La otra tenía dos pequeñas “bañeras” de obra. Resulta un poco extraño el gran tamaño de la sala para dos bañeras tan pequeñas, así que no estoy muy seguro de para que servirían.
Las habitaciones de la planta de abajo tenían unas puertas curiosamente grandes . Es posible que fueran así para facilitar la entrada y salida de las camillas. En principio pensamos que podían ser quirófanos, aunque el hecho de que tuvieran acceso al porche nos hizo desechar la idea.
A esta hora ya había caído el sol y la luz era muy escasa. Las últimas fotos son más brillantes sólo debido a que fueron tomadas con trípode y exposiciones bastante largas. Viendo el plantel decidimos echar un vistazo a los sótanos, que ya de por si tenían poca luz, antes de irnos. Allí encontramos largos pasillos de servicio, llenos de tuberías. También dimos con la sala de máquinas, que aún conservaba parte de su maquinaria de calefacción e incluso lo que parecían generadores diesel para proveer de electricidad al edificio de manera autónoma. Los paneles de mandos eran impresionantes, aunque curiosamente la mayoría de las esferas y agujas habían desaparecido.
La sorpresa de la noche llegaría en una habitación perdida del sótano. Normalmente los graffiti suelen ser una plaga sin gracia en estos sitios. Pero de vez en cuando uno se lleva sorpresas como esta. Sólo con la luz de la linterna aún era más impresionante. De hecho, la foto está tomada “pintando con luz” de la linterna, ya que no había otra fuente de luz allí.
Hicimos una pequeña salida a recoger al grupo de vídeo, que estaba en la entrada del edificio, sentados en el borde de un gran estanque vacío. El aspecto del edificio de cirugía a desde allí era bastante inquietante, sobre todo a medida que la luz iba desapareciendo.
Les convencimos de que vinieran a echar un vistazo a los “descubrimientos” del sótano antes de irnos. Mientras nos dirigíamos a la salida me “distraje” un momento echando un vistazo a una chimenea que había visto al pasar por el edificio que habíamos pasado por alto previamente. No había nada interesante, pero la maniobra sirvió para entretener al resto del grupo lo suficiente como para encontrar por casualidad lo que debió ser un aula de medicina. Una pizarra enorme, mesa y muchas butacas a distintos niveles. Casi sin luz, la foto de la sala salió horrible, ya que el tamaño de la sala hacía imposible iluminarla con la linterna, y a esa hora ya era noche cerrada, por lo que ninguna luz entraba por las ventanas.
Aprovechando que el resto del grupo andaba intentando filmar y “afotar” el aula, volví a aprovechar para echar un ojo por aquel semisotano. Tras dar un par de vueltas por allí encontré algo bastante sobrecogedor.
Una auténtica y genuina sala de autopsias, con su mesa con ranuras y desagües para líquidos corporales incluida. Este último descubrimiento provocó otra pequeña avalancha de fotos y que saliéramos del hospital agotados pero satisfechos.
Resulta curioso pensar que en todo el día (y ocupando dos entradas del blog) probablemente sólo vimos más o menos la mitad de las instalaciones. Aún así, este ha sido probablemente el mejor abandono que haya visto hasta la fecha.
Respecto a explorar por la noche un hospital abandonado y en ruinas, realmente tampoco fue para tanto. Lo peor de todo fue la dificultad para tomar fotografías sin luz en interiores. En cuanto a los “fenómenos paranormales”, lo único que pasó es que la cámara se quedó sin baterías al poco de anochecer, aunque teniendo en cuenta que había aguantado todo el día sin parar de echar fotos no es lo que se dice algo muy sobrenatural. Cambiar a la batería de repuesto y listo. Lo que sí fue sobrenatural es que las pilas de la linterna aguantasen todo el día sin desfallecer. Si alguien necesita una linterna pequeña, potente y que aguante con sólo un par de pilas AA que se busque una Fenix L2D. Para mi, los 40€ mejor invertidos que he hecho en mucho tiempo.
Como siempre, el resto de fotos que no están en el post en el álbum de favshare
Salu2!