El pueblo abandonado de Hontanillas
Eso a lo que llamamos progreso nos ha traído cosas tan fantásticas o desagradables como Internet, los atascos de tráfico, el “estrés” o los congeladores. Otro signo de progreso ha sido la progresiva emigración de la población desde los pueblos a las grandes urbes.
La vida en un pueblo es más tranquila e íntima que en una gran ciudad. Esto es más cierto cuanto más pequeño y remoto sea el pueblo. Cuando, como en el caso de Hontanillas, el pueblo está abandonado la tranquilidad es absoluta, y la intimidad completa cuando el único habitante del pueblo, aunque sólo sea de manera temporal, eres tú mismo.
Hontanillas es un pueblo en mitad del monte, agazapado en la ladera de una montaña. Su último habitante lo abandonó en los años 60, y desde entonces está en estado de abandono total.
La mejor forma de llegar es desde Pareja. El camino se toma en la parte alta del pueblo, junto a los colegios. De todas formas lo mejor que podemos hacer es preguntar a cualquier vecino, que nos orientará mejor que cualquier orientación que pueda dar por aquí.
El camino a Hontanillas es una pista de tierra. Despacio y con paciencia se puede recorrer en cualquier coche normal. Tras ascender has los montes seguimos durante unos 10 kilómetros. El pueblo es bastante difícil de ver, ya que desde el camino principal aparece bastante oculto. Sin embargo, si nos vamos buscando un camino que se separa del principal hacia la derecha y hacia abajo, y que llega en menos de 200 metros a una especie de piscinas artificiales habremos encontrado los suburbios de Hontanillas.
Cuando yo llegué las indicaciones que tenía eran bastante más pobres que estas. Además, en la zona hay varios pueblos abandonados, concretamente Villaescusa de Palositos y Torronteras. Según la información que tenía el más cercano, Villaescusa, había pasado en su totalidad a ser propiedad privada.
El desvío del que hablaba arriba lo vi, y a los pocos metros había aparcada una furgoneta blanca. Pensando que serían cazadores seguí adelante. A los pocos metros pude ver una iglesia entre los árboles. Decidí dar la vuelta y acercarme a la furgoneta a ver que podía averiguar.
La furgoneta estaba vacía, y tras poner la mano en el capó y notarlo ligeramente templado deduje que llevaba varias horas parada. A los pocos metros había unas construcciones de aspecto reciente, de ladrillos una y metálica otra. Me acerqué a la primera para ver si el dueño del coche estaba allí. Encontré colchones y mantas, pero ninguna persona. La otra construcción tenía aspecto de aula improvisada, aunque estaba destrozada en su interior.
Levantando la vista pude ver la iglesia entre los árboles, así que me dirigí hacia ella por el camino.
Cuando llegué a la altura de las primeras casas de piedra de Hontanillas el espectáculo era bastante desolador. La gran mayoría de los muros de piedra estaban derruidos. Se podía ver los perímetros de las casas, y las habitaciones de su interior, todo invadido por la maleza.
Destacaban en el paisaje la espadaña de la iglesia, que aún conserva su forma, y un muro alto de lo que debió ser una casa señorial, que conservaba restos de pintura roja.
Estuve paseando por las calles de este pueblo fantasma, sin entrar en ninguna ruina, dejándome invadir por el sentimiento de desolación y tranquilidad.
De repente vi por el rabillo del ojo algo que se movía. Al fijarme bien vi la figura de un hombre que desapareció tras la iglesia. Desde lejos tenía me dio la impresión de que podía ser un cazador, por sus ropas de color ocre, aunque al no llevar escopeta pensé que podía ser un guarda, o el dueño del lugar, o simplemente otro curioso como yo.
De cualquier manera decidí acercarme a la iglesia a hablar con él.
Según él mismo le di un susto de muerte. Yo jugaaba con ventaja, ya que había visto el coche y a el mismo antes, pero parece que el no me había visto a mi hasta que le saludé.
Resultó ser otro “turista”, que conocía el pueblo por tener familia en Pareja, y que estaba de vacaciones. Me contó que le gustaba subir hasta allí para leer en soledad. Desde luego el lugar es ideal para dicho propósito.
Estuvimos un rato hablando, y me contó unas cuantas historias interesantes.
Me dijo que el pueblo había sido habitado al menos en dos ocasiones desde los años 40. La casa con aspecto de aula que había visto cerca del camino había sido construida por una asociación dedicada a rehabilitar toxicómanos. Por lo que me contó hubo algunos problemas entre esta gente y los vecinos de Pareja, por lo que acabaron echándolos.
La otra casa, donde había visto los colchones y las mantas, la había construido un “colono” vasco. Por lo visto vivía allí sin molestar a nadie, pero recibía continuas visitas de la Guardia Civil hasta que al final optó por irse. Mi interlocutor me comentó que era un muchacho joven y bastante agradable, y que una vez que estuvo por allí hasta le invitó a cenar. También me habló de los otros pueblos abandonados de la zona, aunque esa historia se merece otra entrada en el blog.
Tras charlar durante un rato nos despedimos y me dediqué a sacar fotos por doquier.
En la parte alta del pueblo se pueden encontrar algunos intentos de reparación de alguna de las casas, con algunos muros hechos de ladrillo. Parece que la obra nunca llegó a finalizarse, y el ladrillo rojo parece extrañamente fuera de sitio entre los muros de piedra gris.
En la parte superior también se encuentran una serie de cuevas excavadas en la tierra que debían servir de bodegas o almacenes. La mayoría tienen un aspecto bastante inestable. Sin embargo, en la zona derecha del monte había una cuya entrada tenía bastante buen estado, y en la que el techo estaba lo suficientemente algo como para entrar sin arrastrarme. Bajé unos cuantos metros y pude ver que se abrían varias cámaras a los lados del pasillo principal. El fresco ambiente contrastaba con el calor que reinaba fuera, aunque no tuve ganas de permanecer más que unos instates ahí abajo. Tomé algunas fotos del interior, aunque el resultado fue bastante malo.
También encontré alguna otra cosa curiosa más, como una pequeña bóveda en una de las casas, probablemente un horno para el pan.
Tras tomar las fotos, y espoleado por la tormenta que se acercaba, me dirigí hacia la entrada del pueblo, donde me crucé con mi incidental compañero de visita. Estuvimos un rato más hablando, aunque la despedida fue algo corta y desagradable. No por culpa suya, sino por la de una ingente cantidad de pequeñas moscas que habitaban en las proximidades de los estanques que allí había, y que casi no dejaban respirar.
Creo que al final ni nos presentamos, lo que son las cosas. Si al final lees el blog, espero que disfrutases de tus vacaciones, y que consiguieras terminar del leer El Quijote sin sufrir más sobresaltos.
Localización: +40° 35' 11.31", -2° 36' 34.74". Esta vez localizarlo con Google Maps es muy fácil. Sólo necesitamos buscar por Hontanillas. El problema es que no hay fotos en alta resolución de la zona, y que el camino, a pesar de que se puede apreciar en la foto, no está cartografiado en el mapa. Sin embargo, en la aplicación SIGPAC sí que se ve el pueblo con bastante nitidez.
Estado: Salvo por la iglesia y algún muro más alto, de la mayoría de las construcciones de Hontanillas sólo quedan los muros derruidos. Es difícil que algún techo nos caiga en la cabeza, ya que no hay ninguno. Aún sí conviene tener cuidado si entramos a la iglesia, y si nos introducimos en alguna de las bodegas.
Acceso: Libre y sin restricciones. No hay ningún tipo de valla, señalización o persona que nos impida el paso. Podemos husmear a placer.
Links:
Si os gustan los pueblos abandonados os vendrá bien la página de toprural.com donde aparecen todos las poblaciones registradas como abandonadas por el INE en España. El listado es completo, pero en la mayor parte de los casos no aparece mucha información, ni de localización ni de estado. Lo más probable es que la mayoría de ellos sólo sean cuatro muros que casi nadie identificaría como un pueblo.
En la página de la villa de Alcocer aparece la información que me sirvió para localizar el pueblo.
Salu2!